A veces, una herencia tan mitificada es una virtud, un reclamo sobre el que poder facilitar el transcurso de una marca. Pero, en otras ocasiones, también resulta una pesada losa que sostener. Cadillac tiene un difícil dilema, el de ser relevante y poder sobrepasar el glorioso pasado que le precede. El desafío de salir de una constante nostalgia que la hace vivir en la sombra de lo que alguna vez fue. Un pasado anclado en el espíritu inherente de todo un país, con una importante labor de innovación a sus espaldas y con la capacidad de influir en el mundo de la automoción que la han convertido en una leyenda aún viva.
En los albores de este siglo, la marca ha logrado recuperar parte del esplendor perdido con la aplicación del estilo de diseño «Art and Science«, una filosofía estética que le ha reportado notoriedad y encanto con vehículos que han conseguido ser atrayentes para el publico. Pero no ha sido suficiente para posicionarse en primera línea del lujo global, hasta ahora. El nuevo paradigma eléctrico y una gestión aspiracional le son favorables para volver a ser el «Standard of the World», como rezaba su famoso eslogan de finales de la década de 1950. La determinación es clara, Cadillac ya no tiene miedo a su esencia y quiere mostrarlo al mundo.
Grandes inversiones en patrocinios deportivos (el US Open o la liga americana de Golf), embajadores como el aclamado músico Lenny Kravitz, la suntuosa Cadillac House en pleno SoHo de Nueva York, la apuesta por competiciones de alto nivel como LeMans y Daytona junto a la posible entrada en la Formula 1 (en asociación con Andretti) y, sobre todo, una nueva cartera de modelos de gran impacto y sofisticación están consiguiendo restituir a Cadillac a su estatus originario. El broche de oro a estas realizaciones es la vuelta de la Diosa Cadillac (Goddess Cadillac), una figura mitológica que embellecía los modelos clásicos de la marca y que volverá a usarse tras 64 años en las aletas e interiores de las más lujosas creaciones de la firma.
Según los registros que Cadillac ha realizado en la Oficina de Patentes y Marcas Registradas de los Estados Unidos, los próximos vehículos eléctricos de la marca podrían llamarse Optiq, Lumistiq, Vistiq, Simboliq y Ascendiq. Aunque la información que se maneja actualmente sobre ellos es muy escasa y confusa, debido al hermetismo que aún les rodea, están llamados a ser los pilares de la gama para finales de década junto a los recientes Lyriq y Celestiq. Es probable que algunas de esas nomenclaturas no lleguen finalmente a usarse, pero existe el compromiso por parte de Cadillac de que todos sus futuros modelos atenderán al uso de nombres propios y acabados en -IQ. A fecha de redacción de este artículo, solo ha sido cazado un misterioso SUV camuflado de tamaño compacto que podría corresponder con el sustituto eléctrico del XT4.
Bocetos oficiales del departamento de Diseño de General Motors que intuyen las formas de los futuros Cadillac, realizados por Jason Chen y Zhou Fang
Mientras, los planes de Cadillac para los próximos años pasan por una transición en la que la actual gama, compuesta por los CT y XT, compartirá protagonismo con los nuevos modelos electrificados de nueva hornada. La gran berlina CT6 vivirá una segunda vida en China, país que lo ha acogido con los brazos abiertos, ahora reestilizado a imagen y semejanza del concept Escala. Los sedanes CT4, CT5 y el SUV XT4 recibirán este año un lavado de imagen para mantenerlos actualizados, y los XT5 y XT6 agotarían su vida comercial hasta la llegada de la nueva gama eléctrica que poco a poco les sustituirían. El Escalade, una isla dentro de la propia marca por su especial condición, no tendrá un sucesor directo en forma de -IQ que lo releve pero si recibirá motorizaciones eléctricas próximamente. En el mercado chino contarán, además, con modelos específicos como el recientemente filtrado GT4.
El nuevo rumbo de la marca va paralelo al de la matriz y propietaria desde 1909, General Motors. Su CEO, Mary Barra, lleva 10 años capitaneando un barco que ha conseguido salvarse del hundimiento que supuso la quiebra en 2009 y dejar atrás la tempestad con relativo éxito. Su política principal ha sido y es convertir a GM en una compañía tecnológica y totalmente electrificada para 2035, si bien este objetivo es toda una proeza para una empresa que ha cumplido 120 años ligada a los motores térmicos. Consciente de que los planes exitosos requieren tiempo y dedicación, la ofensiva de lanzamientos de EVs en este ámbito no ha sido inmediata y si muy meditada para asegurar que puedan ser competitivos. Este proceso permitirá a Cadillac ser más atractiva y recuperar mercados como el europeo, además de posicionarse de manera más favorable tanto contra marcas premium alemanas y asiáticas como de ultralujo (Rolls Royce y Bentley), y el rival a batir en casa, Tesla. Una oportunidad para volver a ser notoria y que GM ha sabido captar.
Pero el camino no está siendo de rosas, y el «parto» del primer modelo de la nueva etapa, el Lyriq, se ha prologando en el tiempo. Su lanzamiento comercial ha quedado en el aire al detectarse problemas en las primeras unidades, referidos al software del vehículo, fallos en una de las pantallas del salpicadero y grietas en una moldura del portón trasero. GM ha paralizado la comercialización del modelo aunque sigue fabricándolo mientras soluciona estos inconvenientes, de ahí la pobre cifra de 122 unidades entregadas en todo 2022 (para una producción en el mismo periodo de 8.200 coches). Algunos de los primeros vehículos fueron vendidos a clientes que han debido de firmar un acuerdo de confidencialidad para no revelar detalles de posibles deficiencias, a cambio de un descuento suculento en el precio final. A pesar de todo, Cadillac afirma que en este 2023 se está consiguiendo normalizar la situación y la comercialización del Lyriq se ha reiniciado, llegando elevadas cantidades a los concesionarios de la marca con sus inconvenientes paliados.
No es para menos que GM entre en pánico porque uno de sus más importantes lanzamientos pueda verse afectado por problemas de juventud, algo que ha atajado de inmediato para acabar con los errores de otros tiempos. El Lyriq ha supuesto una inversión en la factoría de Tennessee de más de 2 mil millones de dólares, una amplia campaña comercial y muchos años de desarrollo para poner en el mapa a Cadillac de nuevo. Un propósito que comprarte también el nuevo buque insignia Celestiq, inhabitual por su excesiva majestuosidad pocas veces vista. Como la divinidad que es, será realizado de forma artesanal por el GM Technical Center en Detroit, con toda la tecnología punta, personalización y lujos que uno pueda imaginarse al no menos sorprendente coste base de 300.000 dólares. Una grandilocuencia que probablemente lo catapulte a la condición de mito instantáneo, y que por ello lo haga excesivo en todos los sentidos, aunque sea lo que en el imaginario colectivo se espera de un gran Cadillac.
¿Logrará Cadillac mantener el entusiasmo en su nuevo papel como un ambicioso jugador global? Los deberes por parte de GM parecen estar hechos, solo falta comprobar los resultados del esfuerzo llevado a cabo. La plataforma Ultium promete desarrollar una serie de vehículos con los que volver a soñar en un futuro esperanzador. El público parece atraído y tanto el Lyriq como el Celestiq han conseguido crear una buena sensación inicial. Pero, ¿será suficiente para estar a la altura? El tiempo lo dirá.
